El mundo no ve barreras — nosotros mismos las construimos
Entrevista con Egor, comentarista de deportes de combate y especialista en SMM
Sobre encontrar tu vocación a pesar de un diagnóstico, trabajar en una industria visual con discapacidad visual y tener el valor de probar cosas nuevas.

Cuéntanos un poco sobre ti. ¿A qué te dedicas? ¿Cuál es tu diagnóstico y cómo afecta tu visión?
Tengo distrofia de conos y bastones. Para explicarlo de forma simple, imagina que el ojo es como una pantalla compuesta por píxeles. Una persona con visión saludable tiene el 100 % de estos “píxeles” —células sensibles a la luz—, mientras que yo solo tengo el 10 %. Los conos son responsables de la visión en color; los bastones, de la visión en blanco y negro.
Es una condición congénita. Curiosamente, aunque se considera hereditaria, nadie más en mi familia la tiene. Mis padres pasaron años tratando de entender qué pasaba y buscando una cura. Pero es una enfermedad rara y actualmente no se investiga activamente.
Cuando tenía unos 13 o 14 años, un médico me dijo que estaría ciego a los 18.
Esta enfermedad o se mantiene igual o empeora; no se puede revertir, como tampoco puedes hacer que te crezca un brazo nuevo.
Mi visión sin duda ha empeorado desde la infancia, pero hasta ahora he demostrado que las predicciones estaban equivocadas. Y haré todo lo posible para que siga así.
¿Cómo llegaste al mundo del deporte y la narración?
Siempre me han gustado los deportes. De niño hice natación competitiva y llegué al nivel de Candidato a Maestro del Deporte. Mis padres esperaban que me apasionara el deporte —y lo lograron.
También me encantaba el fútbol, pero siempre rompía los lentes. Sin ellos no podía jugar, y se me caían de la cara con facilidad.
Estudié para ser profesor de matemáticas —enseñar es una tradición familiar. Soy la tercera generación. Trabajé en una escuela durante seis años y ahora doy clases particulares.
Hace unos once años, empecé a interesarme por la lucha libre. Primero solo la veía, luego comencé a escribir artículos en comunidades de fans. Narré un pequeño evento por primera vez —muy amateur, ¡y ojalá esa grabación se haya perdido para siempre!
En 2019 estaba en una encrucijada. Estuve a punto de casarme a los 20 y buscaba algo en lo que volcarme por completo. Fue entonces cuando me metí de lleno en la narración. Creé mi propia comunidad de lucha libre, narraba videos —todo aún de forma amateur.
En 2022 descubrí que existían federaciones independientes de lucha libre en Rusia. Tardé un año en lograr que me respondieran, pero lo conseguí, y poco a poco empecé a ser visto como un profesional.
Un año y medio después, el director del canal de televisión “Match Fighter” me contactó. Hice una prueba con uno de sus comentaristas. Desde 2024, firmé contrato como comentarista de deportes de combate.
¿Cómo es trabajar en un entorno tan visual?
Siempre me ha importado que mis comentarios sean accesibles para quienes escuchan, no solo para quienes miran. Quiero que las personas puedan seguir la acción solo con mi voz —y disfrutarla.
Por eso, nunca vi mi visión como una barrera. Ni siquiera lo pensé realmente, hasta hace poco, cuando empecé a notar la ironía de trabajar en una industria tan visual.
Ahora que este es mi trabajo principal, ya no siento conflicto interno. Me encanta lo que hago. Mi objetivo es que el público lo disfrute y se divierta conmigo.
¿Encontraste dificultades en el camino para convertirte en comentarista?
En uno de mis últimos trabajos como profesor tuve una mala experiencia. Las escuelas modernas dependen mucho de plataformas digitales para calificar, y muchas no son accesibles para personas con baja visión.
Se espera que los profesores suban las notas en tiempo real, durante la clase. Yo no podía —tenía que hacerlo después.
Finalmente, la administración me dijo que buscarían otro puesto más “acorde a mis capacidades”.
Experiencias como esa te hacen sentir que la sociedad no siempre está preparada para aceptar a profesionales con discapacidad.
Hace cinco meses empecé a trabajar a tiempo completo como especialista en SMM. Algunas apps todavía no son accesibles, pero en general no he tenido mayores problemas.
En ambos campos —SMM y narración—, nadie ha cuestionado mis capacidades por mi visión. Ese tipo de comprensión es rara, y se siente increíble.
¿Qué herramientas te ayudan en tu trabajo?
No uso herramientas asistivas especiales. Pero sí tengo una sensibilidad particular: no puedo trabajar con texto negro sobre fondo blanco. Me produce fatiga visual.
Siempre uso el modo oscuro y letras grandes. Además, dejé de usar papel —la tinta negra sobre papel blanco me resulta muy difícil de leer.
Quizás a otros les parezca extraño que trabaje casi exclusivamente desde una tablet y un celular, pero ahí tengo todo: guiones, investigación, comunicación. Vivo entre esos dos dispositivos.
¿Has recibido apoyo de tu entorno?
Totalmente. Mis colegas son maravillosos. Aunque trabajo en un campo visual, cuando explico mi diagnóstico, nadie lo ve como un problema.
Un compañero de narración, con quien trabajo mucho en turnos nocturnos, notó que me cuesta subir escaleras en la oscuridad. Desde entonces —sea de día o de noche— siempre me avisa si hay escalones. Ese tipo de detalles significan muchísimo.
Jamás he experimentado discriminación en este entorno.
¿Cómo describes una pelea de manera que el oyente pueda imaginarla?
Soy muy expresivo. Algunos comentaristas se enfocan en el análisis técnico —y eso está muy bien—, pero no todos los oyentes se interesan por nombres de movimientos o tecnicismos.
Lo que de verdad importa es crear tensión y mantener el interés de principio a fin. Para mí, la emoción es la base. Claro, los datos y el contexto también importan, pero lo emocional es lo que conecta.
¿Tienes frases propias o expresiones que uses para ambientar el momento?
Algunos comentaristas sí tienen frases icónicas. En nuestro medio hay una de Roman Mazurov que se ha vuelto famosa: «La gente que entra a los deportes de combate son personas a las que les pagan por golpear a otros.» Simple, pero inolvidable.
Yo no tengo una frase fija. Adapto mi estilo según con quién trabaje. Cada compañero es distinto, y me encanta encontrar el ritmo adecuado con cada uno.
¿Cómo entrenas tu oído y concentración?
Creo que muchas personas con discapacidad visual desarrollan una audición más aguda. Siempre he tenido una percepción auditiva excelente.
Tengo una habilidad rara: en total oscuridad, puedo aplaudir y, solo por el eco, saber si hay un objeto grande cerca —como una pared o un mueble. Incluso puedo adivinar dónde está.
Cuando era niño le decía a mi mamá: «¡Soy un delfín! ¡Puedo oír las paredes!» Es como una ecolocalización real —y me encanta.
¿Qué te inspira en tu trabajo?
Muchos luchadores tienen historias de vida muy potentes —personas que han salido de contextos difíciles y han llegado lejos. Mucha gente cree que los deportes de combate son solo agresión, pero para mí son pasión y perseverancia.
Cuando trabajaba con lucha libre, noté que muchos fans tenían algún tipo de discapacidad —no solo visual. Eso me llegó al corazón.
Saber que mi trabajo le alegra el día a alguien —aunque esté solo en casa o necesite algo que lo anime—eso no tiene precio. Nunca ha sido por dinero. Claro que quiero crecer profesionalmente, pero dar alegría con mi voz… ese es el verdadero premio.
¿Cómo equilibras trabajo y vida personal?
El trabajo ocupa la mayor parte de mi tiempo. Puedo trabajar 18 horas al día sin problema —soy así. Pero intento cambiar el ritmo y descansar un poco, porque si no me quemo.
Antes era fan de los juegos de mesa, sobre todo D&D. Ahora tengo menos tiempo, pero aún busco momentos para relajarme.
A mi novia a veces le da tristeza —la mayoría de mi trabajo es los fines de semana, justo cuando ella descansa. Pero me apoya muchísimo. Llevamos cuatro años juntos y siempre creyó en mí. Desde el principio supo sobre mi visión, pero nunca la asustó.
Tener a alguien que cree verdaderamente en ti lo cambia todo.
¿Qué le dirías a una persona con discapacidad visual que quiere empezar algo pero siente miedo?
El mayor obstáculo que enfrentamos suele ser la duda que llevamos dentro.
El mundo no siempre será amable —pero sí hay muchas oportunidades. Solo hay que dar el primer paso.
En 2019 pasé meses preguntándome si debía abrir un blog. Pensaba: ¿A quién le va a importar lo que opine? ¿Y si se dan cuenta de mi discapacidad visual?
Al final, tomé la cámara, grabé un monólogo —y así empezó mi camino como comentarista. Nunca me arrepentí.
No construyas muros a tu alrededor. Inténtalo. No sabes de lo que eres capaz hasta que empiezas. Y dolerá mucho más si nunca lo intentas.